La Flota del Marqués de Caldereyta (1622)
La flota de Tierra Firme llegó a Cartagena de Indias el 27 de julio de 1622, para seguir su viaje hasta Cuba, llegando a La Habana, con muy mal tiempo, el domingo 21 de agosto. Por su parte, la flota de Nueva España, ya había llegado a La Habana entre los días 11 de julio y 4 de agosto. Ambas flotas, debían salir juntas de La Habana para España escoltadas por la Escuadra de Guarda, sin embargo, la noticia de corsarios holandeses en la zona, cambió el plan establecido y definió un nuevo destino.
El gobernador Francisco Vanegas ordenó que la flota de Nueva España saliera de Cuba el 14 de agosto, escoltada por una pequeña armadilla hasta el Canal de Bahamas, mientras la de Tierra Firme, con una carga mucho más valiosa, saliera más tarde, escoltada por la Escuadra de Guarda.
Así, el 4 de septiembre, partieron de La Habana diecisiete mercantes, ocho galeones de guerra y tres pataches. El marqués de Caldereyta iba embarcado en el galeón Nuestra Señora de la Candelaria, nave capitana de la flota de Tierra Firme, navegando a proa. Después iban los galeones mercantes, con el Nuestra Señora de Atocha a popa y, por delante del convoy, la flota de Guarda. Pero apenas habían partido de la isla caribeña, al amanecer del día 5, un temporal con viento del noroeste alcanzó a la flota dispersándola.
El Nuestra Señora de Atocha y el Santa Margarita navegaban juntos en medio del temporal y avanzaban con dificultad al sur de la Florida. El viento impedía la maniobrabilidad de aquellos pesados galeones y los arrastraba peligrosamente contra los cayos.
El Santa Margarita, del capitán Bernardino de Lugo, fue el primero en colisionar con un banco de arena y encallar en medio del fuerte oleaje. La mayor parte de la gente embarcada se ahogó, arrastrada por las olas y el viento. El Nuestra Señora de Atocha, siguió navegando una hora más, aguantando con firmeza los embates del mar sobre las cubiertas y los mástiles. De repente, cuando se hallaban a la altura de los cayos de Matacumbé, una ola estrelló el barco contra las rocas, destrozó la quilla y partió el palo mayor. El agua comenzó a entrar por el casco hasta que el galeón, de 550 toneladas y 27 cañones de bronce, con los costados abiertos, se hundió a unos 16,70 metros de profundidad. Aún asomaba el palo de mesana cuando ya habían muerto unas doscientas sesenta personas. Tan solo un marinero, dos pajes y dos esclavos consiguieron salvar la vida aferrados al palo de mesana.
El almirante de toda la flota, siguiendo la tormenta, y arrastrado por el viento con la vela trinquete del palo mayor central, avanzó hacia el norte durante toda la noche y el día siguiente, durante el cual propusieron que se descansara en algún puerto o lugar seguro en esas costas; pero de pronto entraron en aguas poco profundas y al cabo de poco encallaron en dos brazas de agua y algo más, donde su espolón se rompió en pedazos, perdiendo a su gente, a excepción de tres hombres y dos muchachos. Esto ocurrió en la costa de Maracambe en Florida. El galeón Santa Margarita siguió la misma ruta y corrió la misma suerte.
Unas horas más tarde, el galeón en el que embarcaba Miguel de Echazarreta, el Nuestra Señora del Rosario, varó en un islote, sin que hubiera pérdida de vidas.
Cuando el temporal había amainado, Caldereyta reunió a los demás barcos para volver a Cuba, que llegaron por separado a La Habana durante todo el mes de septiembre. El galeón Santa Cruz, consiguió salvar a 68 personas del Santa Margarita, rescató a los cinco supervivientes del Nuestra Señora de Atocha, y los llevó hasta La Habana. Los barcos que habían sobrevivido al temporal fueron poco a poco llegando al puerto cubano.
El balance total fue de unas 500 personas fallecidas, casi cuatro millones de ducados perdidos y tres galeones, tres mercantes y dos pataches hundidos o destrozados por el temporal.
Mientras en los astilleros de La Habana se reparaban los barcos afectados, desde España enviaron al general Antonio de Oquendo con nueve galeones para rehacer la flota. En 1624, llegaron a la Península con 34 barcos cargados con 81 millones de escudos de oro y la única pérdida en este viaje del galeón Espíritu Santo.
Un patrimonio cultural en manos de buscadores de tesoros
Trescientos cincuenta años después, Mel Fisher, que ya se había enriquecido con la venta de los objetos rescatados en la flota de 1715, descubrió el lugar exacto en el que se habían hundido los dos galeones de la flota de 1622. Para darle cierto aire de investigación arqueológica Mel Fisher contrató a un arqueólogo de tierra, Duncan Mathewson, que jamás había visto un barco hundido, no sabía bucear y, además, mantenía una compleja relación con los arqueólogos submarinos estatales. El propio Mathewson, reconocía sus reticencias iniciales a entrar en el proyecto. “Estaba a punto de arriesgar la poca credibilidad que me quedaba frente a los arqueólogos norteamericanos al unirme a un buscador de tesoros y, aún peor, a uno que no era demasiado popular”.
La legislación norteamericana determinó entonces que las piezas arqueológicas halladas por Fisher eran suyas, y por tanto podía venderlas, regalarlas o destruirlas con total libertad. Además, esta sentencia dio por bueno el método utilizado para localizarlas y extraerlas, un método que tenía como arma principal el llamado “buzón”, un tubo metálico enorme, de un metro de diámetro con forma de codo que se ajustaba a la hélice del barco. El método consistía en poner en marcha los motores del barco para que una corriente de agua limpiase en segundos los sedimentos que había sobre los restos arqueológicos. Un método nada ortodoxo que desplazaba de un sitio a otro los objetos como si una bomba les hubiera caído encima.
Del Atocha y el Santa Margarita extrajeron objetos excepcionales: más de un millar de barras de plata, 115 lingotes de oro, 100.000 monedas de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, cajas de marfil con magníficos relieves de origen Indio, sellos de plomo, botijas, cerámicas mesoaméricanas, porcelana china, loza de esmalte metálico, espadas con empuñadura de lazo y de cazoleta, dagas, espadines, yelmos, fragmentos de armaduras, mosquetes y arcabuces con llave de serpentín, un tintero, un arenero, un candelabro, un almirez con su mortero, un juego de pesos, un astrolabio, varios compases de puntas, un reloj de bolsillo con brújula magnética, jarras de plata, relicarios, crucifijos, collares, cadenas,anillos, colgantes de oro y esmeralda, broches, hebillas de cinturón, un cinturón de oro con rubíes, perlas y diamantes engastados, botones, esmeraldas en bruto, copas y platos de oro e incluso el fragmento de un pequeño librito. Además, se extrajeron varios cañones de bronce en muy buen estado de conservación entre los cuales había algunos con marcas del peso del cañón que coincidían con los pesos de los cañones embarcados en el Atocha registrados en el Archivo de Indias de Sevilla.
Una parte de este enorme cargamento fue presentado en junio de 1975 en una exposición itinerante que recorrió el estado de Florida deslumbrando con sus destellos dorados. Finalmente, las piezas que no se comercializaron se depositaron en el museo que la familia Fisher y la Treasure Salvors Inc. instaló en Key West (Florida) en 1978.
Barcos de esta flota
Santa Margarita (1622)
Galeón que partió de La Habana (CUB) con destino Cádiz (ESP). Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Este barco capitaneado por Bernardino de Lugo transportaba caudales, lingotes de oro, lingotes o tortas de plata y cerámica oriental. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Nuestra Señora de Atocha (1622)
Galeón que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Este barco capitaneado por Jacome de Veider transportaba armas, cerámica oriental, lingotes de oro, lingotes o tortas de plata, perlas y piedras preciosas. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Nuestra Señora del Rosario (1622)
Galeón que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Buen Jesús (1622)
Mercante que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Nuestra Señora de la Consolación (1622)
Mercante que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Desconocido Florida 07 (1622)
Patache que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Desconocido Florida 08 (1622)
Patache que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.
Desconocido Florida 09 (1622)
Mercante que partió de La Habana (CUB) con destino España. Se hundió en Florida en 1622 por un huracán. Pertenecía a La Flota de Tierra Firme.