Flotas y rutas

La navegación hispana de la Edad Moderna amplió el horizonte marítimo del mundo. América, Europa y Asia quedaron conectadas mediante nuevas rutas marítimas que aprovecharon la geografía de las costas, la dinámica de los vientos y las corrientes oceánicas para unir puertos y culturas.

Las flotas de la Carrera de Indias, más allá de transportar productos, personas y animales, se convirtieron en transmisoras de las ideas, las costumbres, los gustos y los avances tecnológicos de su tiempo. Las ciudades de Sevilla, Cádiz, Santo Domingo, La Habana, Cartagena, Veracruz, Acapulco, San Agustín, Lima, Guayaquil o Manila quedaron enlazadas por mares y océanos infinitos, con sus tormentas, sus combates navales y sus terribles naufragios.

La creación de las infraestructuras necesarias para que miles de naves pudieran surcar las aguas del planeta de manera sistemática y segura, supuso un esfuerzo económico, científico y logístico, hasta entonces desconocido. El empeño en el funcionamiento de este complejo sistema estuvo motivado, esencialmente, por la obtención de oro y plata de las minas de Nueva España y del Perú, al que se sumaron productos comerciales que se volvieron indispensables para el consumo europeo y americano.

La Carrera de Indias fue uno de los episodios más importantes de la Edad Moderna. Influyó decisivamente en la globalización de mundo y en la dinamización y transformación del transporte marítimo, la navegación, la construcción naval y el urbanismo portuario.

Las complejas conexiones entre unos y otros puntos del planeta se materializaron en una serie de Flotas y Armadas organizadas, reglamentadas y fiscalizadas por la Corona española.

La Casa de la Contratación de Sevilla estableció la navegación en convoy con la salida de dos flotas anuales, una en enero y otra en agosto. Aunque estas fechas de salidas tuvieron muchos cambios e irregularidades.

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